Salud de la mujer en la madurez

Muchas mujeres llegamos a esta etapa sin habernos dado apenas cuenta y sin prepararnos para ello. Se suele decir que a medida que envejecemos nos volvemos más inflexibles y menos capaces de cambiar, sin embargo, los cambios y transformaciones son posibles a cualquier edad.

Según el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2008, el 19% de la población femenina española tenía 65 años o más, siendo la población total de mujeres mayores 4.428.843. Ahora bien, al haber aumentado la esperanza de vida, es importante diferenciar que aunque consideramos a una mujer mayor a partir de los 65 años de edad, en la actualidad somos mujeres capaces de llevar una vida normal y autónoma.

Una mujer anciana tiene más edad y a su vez, más dificultades físicas debido al paso del tiempo y, aunque, es muy posible que podamos valernos por nosotras mismas, generalmente, necesitaremos una serie de cuidados específicos para atender adecuadamente nuestras necesidades.

Una buena fórmula para neutralizar la imagen con la que se trata socialmente la vejez es buscar modelos femeninos positivos. Nos referimos a mujeres mayores que llevan muy bien el proceso de envejecimiento y no lo viven como algo deteriorante; en otras palabras, conviven con él de manera saludable y optimista.

Preparar nuestra vejez nos permite protagonizarla, en lugar de convertirla en un período de recuerdos cargado de añoranzas. Mirar hacia un futuro es organizar nuestra vida teniendo muy en cuenta lo que deseamos. Para ello, nos conviene tener muy clara la diferencia entre los signos de la vejez y de la enfermedad. Si ahora notamos una progresiva pérdida de facultades, nos cansamos antes o se nos olvidan algunas cosas, esto no significa que estemos enfermando.

Algunos cambios biológicos

Nuestro cuerpo experimenta cambios y a cada persona le afectan de manera distinta. No existen fórmulas para la eterna juventud o la buena salud, aunque sí hay características propias que las mujeres de hoy podemos controlar más que nunca y que nos permiten seguir siendo activas, siempre que planteemos una serie de modificaciones en nuestros hábitos.

Pérdidas de memoria

Puede ocurrirnos que, progresivamente, nos demos cuenta que se nos olvidan las cosas: hacer algún recado, dónde tenemos un objeto, alguna fecha importante.

Ante estas situaciones nos ponemos nerviosas, nos sentimos frustradas, avergonzadas o irritadas con nosotras mismas. Ante los pequeños olvidos hay múltiples estrategias que nos sirven de ayuda, por ejemplo, elaborar una lista y apuntar todo lo que sea preciso. Para ello podemos utilizar un cuaderno o papelitos amarillos adhesivos donde anotar las cosas que vamos necesitando o precisemos recordar.

Osteoporosis

Las mujeres somos más propensas a padecerla que los hombres, sobre todo después de la menopausia.

La osteoporosis se caracterizada por una pérdida importante de masa y tejido óseo que conlleva una mayor fragilidad de los huesos y consecuentemente un aumento del riesgo de fracturas. Por tanto, a esta edad es necesario la realización de una densitometría periódicamente. Pregúntale a tu médico o médica del Centro de Salud.

Hay factores que nos pueden predisponer a sufrir esta patología. Para prevenir esta pérdida de calcio debemos mantener una dieta equilibrada que contenga alimentos ricos en minerales.

Para que el calcio se fije en el hueso es preciso que vaya acompañado de vitamina D que se encuentra en algunos alimentos. También es aconsejable tomar el sol de forma moderada para facilitar esta función.

Otro factor importante en la prevención es aumentar la actividad física con ejercicios suaves como caminar, bailar o realizar algún deporte. Para minimizar el riesgo de caídas hay que controlar el uso de fármacos que disminuyan nuestra capacidad de reacción y agilidad, tales como los sedantes, hipotensores y relajantes musculares

Problemas musculares y articulares

Con el paso del tiempo nos duelen las articulaciones o los músculos y, a veces, tenemos miedo al dolor y a la inmovilidad que se pudiera producir. Si bien, hay cosas que podemos evitar porque nos perjudican: golpes, esfuerzos físicos, posturas incorrectas etc.

La obesidad aumenta la presión en las articulaciones. Por esta y otras razones es importante controlar nuestro peso. Comer bien y equilibradamente mejorará el estado general, además de tener efectos positivos sobre las posibles molestias de músculos y articulaciones.

Una de las características de estos problemas es que tendremos períodos en los que sentiremos dolores más intensos alternados con otros de bienestar. Por tanto, habrá momentos que necesites más descanso, pero, generalmente, se puede llevar una vida normal.

El tratamiento de estas enfermedades es distinto para cada persona, por eso es muy importante evitar la automedicación, ya que debe ser controlada por el personal sanitario del Centro de Salud.

La hipertensión y los trastornos cardiovasculares

La hipertensión o presión sanguínea alta es un factor fundamental, pues aumenta el riesgo de infarto. La presión arterial tiende a ser más alta con la edad y, especialmente, después de la menopausia, por eso es conveniente vigilarla y seguir los tratamientos oportunos cuando sean necesarios.

¿Qué se puede hacer con la tensión alta?

  • Controlar el peso mediante una alimentación adecuada.
  • Hacer ejercicio. Si no estás acostumbrada, empieza por dar un paseo diario.
  • Reduce el consumo de sal.
  • Disminuye el estrés y realiza ejercicios de relajación.

Un infarto es la consecuencia de la interrupción del flujo de sangre al corazón, provocando que parte del músculo cardiaco se atrofie por falta de oxígeno y nutrientes.

la biología de la mujer madura no difiere de unas sociedades a otras, pero sí su percepción y sus consecuencias en la salud y calidad de vida. Así, la edad de la menopausia no ha variado a lo largo de los siglos, pero sí sus consecuencias en sociedades donde la expectativa de vida es muy alta y en las que la mujer vive más de 30 años de su vida en esta etapa.

Las palabras «climaterio» y «menopausia» significan algo más en la vida de la mujer. Estamos hablando de la repercusión que tiene esta etapa en la vida de la mujer no sólo en términos de salud física, sino también desde un punto de vista psíquico y sociológico. En una sociedad tan opresiva como la nuestra, a medida que se van cumpliendo años, la mujer se lleva la palma debido a la importancia que tienen los estereotipos sociales como clave del éxito social (juventud, belleza, delgadez, etc.). Afortunadamente, muchos de estos conceptos están cambiando, aunque hay que seguir y perseverar en estos cambios.

A partir de la década de 1970, resurge el interés y la investigación sobre lo que supone el declive hormonal de la menopausia y sus consecuencias desde un punto de vista biológico, psíquico y social, y ello se debe, en parte, a la demanda de millones de mujeres que saben que la menopausia es un hecho biológico más a lo largo de su vida, no un estigma, y que los potenciales problemas asociados a ella junto al paso de los años pueden ser prevenidos o controlados. No se trata de entrar en la lucha de la «medicalización» o no de una etapa de la vida de la mujer, sino de luchar y no perder el estado de salud que se tenía o, incluso más aún, conseguir un momento especial en el que estado de salud físico y psíquico vayan de la mano.

Estamos en el siglo XXI, un siglo que debería ser clave en la mejora de la calidad de vida del ser humano, y la gran expectativa de vida de nuestra sociedad actual implica que van a aumentar mucho las enfermedades crónicas. Es cierto que la menopausia es una etapa más en la vida de la mujer, un hecho inherente a la condición femenina, pero no debemos aceptar como normales sus consecuencias perjudiciales o negativas.

La aparición de trastornos o síntomas relacionados con el déficit hormonal puede afectar de forma muy negativa a las mujeres que los sufren. Me estoy refiriendo al famoso «síndrome climatérico» o cortejo de síntomas típicamente relacionados con el déficit hormonal, como sofocos, sudoración nocturna, cambios de humor frecuentes, trastornos del sueño, dolores articulares y musculares (artralgias y mialgias), etc.

Los síntomas, los cambios del cuerpo, la tendencia al aumento de peso, la atrofia genitourinaria, la enfermedad cardiovascular o la osteoporosis son otros problemas reales derivados o relacionados no sólo con la edad o los estilos de vida, sino también con el déficit de estrógenos.

Uno de los consejos más importantes que hay que darle a una mujer a esta edad es que busque información. Debemos tener en cuenta que los cambios relacionados con la menopausia comienzan a menudo varios años antes, y que continuarán varios años después. Es importante conocerlos y seguir una serie de recomendaciones (entre las que englobamos el ejercicio físico y una alimentación sana y equilibrada), y en ocasiones también tratarlos.

En la última década, las posibilidades terapéuticas sobre la sintomatología menopáusica y la prevención de la mayoría de las consecuencias han mejorado mucho. Hoy podemos individualizar cada tratamiento y adaptarlo a cada paciente, teniendo en cuenta su edad y su historia clínica, así como sus deseos.

1. Menopausia

El climaterio es el periodo de vida de la mujer que se produce alrededor del progresivo cese de la función ovárica. Suele empezar un año antes de la última regla en el que los ciclos menstruales se hacen más largos o más cortos. Este periodo puede durar entre 2 y 3 años.

La menopausia es la fecha de la última menstruación; no consideramos que una mujer es menopáusica hasta que no está un año sin reglas.

La edad normal de la menopausia está entre los 45 y 55 años. El descenso o cese en la producción de hormonas por los ovarios produce un efecto no sólo en los órganos del aparato genital, sino en muchos otros sistemas del cuerpo.

Los cambios más frecuentes que se pueden notar son:

  • Menos vello en el pubis
  • Sequedad vulvar y vaginal, que produce picor y dolor al mantener relaciones sexuales.
  • Ardor al orinar, aumento de la frecuencia miccional, urgencia miccional; todo ello debido a la pérdida de elasticidad de la uretra.
  • Inestabilidad emocional, irritabilidad, fatiga, dificultad para concentrarse, insomnio, estado de ánimo depresivo.
  • Menos capacidad de esfuerzo por parte del corazón.
  • Aumento del colesterol y de los triglicéridos.
  • Sofocos: suelen aparecer al principio de la menopausia. Es una sensación de calor que aparece rápidamente, empezando por la cara y prolongándose al tórax. Suele acompañarse de enrojecimiento y sudoración.
  • La piel pierde elasticidad, aparecen arrugas y la cicatrización es más lenta.
  • El hueso pierde masa ósea y está más predispuesto a romperse. Los sitios más comunes de fractura son las vértebras y los huesos largos de brazos y cadera. Hay mujeres que tienen más tendencia a sufrir osteoporosis: fumadoras, consumidoras de cafeína y alcohol, las que tienen antecedentes familiares de osteoporosis, las que siguen una vida sedentaria y las que consumen pocos alimentos ricos en calcio.

Tratamientos

Existen diferentes tipos de tratamiento para solucionar los problemas que van surgiendo y prevenir los que puedan aparecer. Pueden ser locales, como cremas para la sequedad vaginal y de vía oral o de vía transdérmica (parches). Así mismo los hay hormonales y no hormonales (soja, calcio, etc.)

Todos ellos son adecuados y la conveniencia de utilizar uno u otro depende de las características de cada paciente y de su sintomatología.

El Tratamiento Hormonal Sustitutivo debe utilizarse en la menor dosis eficaz posible, durante el tiempo necesario para alcanzar el objetico del tratamiento y después debe intentarse su cese gradual. Este tratamiento mejora la seborrea, el acné, el hirsutismo y la alopecia. También aumenta el contenido de colágeno en la piel, mantiene la distribución femenina de la grasa corporal y reduce el riesgo de fracturas de cadera, vértebras y muñeca en mujeres posmenopáusicas sanas, sin provocar aumento de peso.

La terapia debe individualizarse e incluir consejos de estilos de vida y tratamientos basados en la evidencia.

En cuanto a la relación entre el Tratamiento Hormonal sustitutivo y el cáncer de mama, estudios de densidad mamográfica demuestran que las mujeres con terapia combinada experimentan un mayor incremento de la densidad mamaria. Sin embargo, el riesgo no ha sido probado.

Se recomienda realizar revisiones periódicas y consultar cualquier duda con tu ginecóloga.

2. Apoyo y acompañamiento durante el climaterio y menopausia

El climaterio es el periodo de vida de la mujer que se produce alrededor del progresivo cese de la función ovárica. Suele empezar un año antes de la última regla en el que los ciclos menstruales se hacen más largos o más cortos. Este periodo puede durar entre 2 y 3 años.

La menopausia es la fecha de la última menstruación; no consideramos que una mujer es menopáusica hasta que no está un año sin reglas.

La edad normal de la menopausia está entre los 45 y 55 años. El descenso o cese en la producción de hormonas por los ovarios produce un efecto no sólo en los órganos del aparato genital, sino en muchos otros sistemas del cuerpo.

Los cambios más frecuentes que se pueden notar son:

  • Menos vello en el pubis
  • Sequedad vulvar y vaginal, que produce picor y dolor al mantener relaciones sexuales.
  • Ardor al orinar, aumento de la frecuencia miccional, urgencia miccional; todo ello debido a la pérdida de elasticidad de la uretra.
  • Inestabilidad emocional, irritabilidad, fatiga, dificultad para concentrarse, insomnio, estado de ánimo depresivo.
  • Menos capacidad de esfuerzo por parte del corazón.
  • Aumento del colesterol y de los triglicéridos.
  • Sofocos: suelen aparecer al principio de la menopausia. Es una sensación de calor que aparece rápidamente, empezando por la cara y prolongándose al tórax. Suele acompañarse de enrojecimiento y sudoración.
  • La piel pierde elasticidad, aparecen arrugas y la cicatrización es más lenta.
  • El hueso pierde masa ósea y está más predispuesto a romperse. Los sitios más comunes de fractura son las vértebras y los huesos largos de brazos y cadera. Hay mujeres que tienen más tendencia a sufrir osteoporosis: fumadoras, consumidoras de cafeína y alcohol, las que tienen antecedentes familiares de osteoporosis, las que siguen una vida sedentaria y las que consumen pocos alimentos ricos en calcio.

Tratamientos

Existen diferentes tipos de tratamiento para solucionar los problemas que van surgiendo y prevenir los que puedan aparecer. Pueden ser locales, como cremas para la sequedad vaginal y de vía oral o de vía transdérmica (parches). Así mismo los hay hormonales y no hormonales (soja, calcio, etc.)

Todos ellos son adecuados y la conveniencia de utilizar uno u otro depende de las características de cada paciente y de su sintomatología.

El Tratamiento Hormonal Sustitutivo debe utilizarse en la menor dosis eficaz posible, durante el tiempo necesario para alcanzar el objetico del tratamiento y después debe intentarse su cese gradual. Este tratamiento mejora la seborrea, el acné, el hirsutismo y la alopecia. También aumenta el contenido de colágeno en la piel, mantiene la distribución femenina de la grasa corporal y reduce el riesgo de fracturas de cadera, vértebras y muñeca en mujeres posmenopáusicas sanas, sin provocar aumento de peso.

La terapia debe individualizarse e incluir consejos de estilos de vida y tratamientos basados en la evidencia.

En cuanto a la relación entre el Tratamiento Hormonal sustitutivo y el cáncer de mama, estudios de densidad mamográfica demuestran que las mujeres con terapia combinada experimentan un mayor incremento de la densidad mamaria. Sin embargo, el riesgo no ha sido probado.

Se recomienda realizar revisiones periódicas y consultar cualquier duda con tu ginecóloga.

3. Prevención y detección de la osteoporosis

La osteoporosis se caracteriza por una pérdida de masa ósea (los huesos pierden el calcio que poseían, se vuelven porosos y más frágiles) que comporta una mayor fragilidad de los huesos, siendo los sensibles a fractura las vértebras, las muñecas y el fémur.

Los estrógenos tienen una acción protectora sobre los huesos: facilitan la regeneración del hueso e inhiben la destrucción del hueso viejo.

En la postmenopausia se produce una pérdida acelerada de masa ósea que puede llegar a representar dos terceras de la cantidad de pérdida total a lo largo de la vida de la mujer.

Por ello, la osteoporosis con sus altos niveles de morbilidad, constituye un importante problema de salud: afecta a dos millones de mujeres en España cada año.

Las mujeres españolas de 50 años poseen un 50% de probabilidades de sufrir fracturas osteoporósicas, dato comparable al riesgo del 11% de padecer cáncer de mama.

La osteoporosis afecta, sobre todo:

  • A un 35% de las mujeres españolas mayores de 50 años
  • Porcentaje que aumenta hasta un 55% en mujeres mayores de 70 años. Una de cada cinco mujeres de más de 50 años padece, al menos, una fractura vertebral debido a esta enfermedad silenciosa.

Para una mujer de esta edad, el riesgo de sufrir fractura del fémur varía entre un 12% y un 16%.

PREVENCIÓN DE LA OSTEOPOROSIS

Sin embargo, la posibilidad de fractura de antebrazo distal es casi el doble.

Es una patología que representa un grave problema para la sanidad pública y privada, ya que genera unos elevados índices de discapacidad física y un alto coste económico.

La osteoporosis no se detecta hasta que aparecen síntomas clínicos evidentes, como la reducción de estatura y las fracturas.

Éstas se producen normalmente en las vértebras toráxicos y lumbares, en el cuello, en el fémur y en el radio distal.

Al tratarse de una enfermedad asintomática, es necesario un diagnóstico precoz hasta la aparición de las complicaciones óseas.

Se trata de un diagnóstico inducido por la historia clínica, con análisis de factores genéticos, nutricionales, ambientales y factores de riesgo; así como la determinación de marcadores bioquímicos de edad ósea y la medida del contenido óseo mediante densitometría.

El riesgo de padecer osteoporosis está determinado por el nivel máximo de masa ósea que se obtenga en la edad adulta y en el descenso producido por la vejez.

En su aparición intervienen factores genéticos y hereditarios que influyen en el desarrollo y la calidad del hueso.

4. Enfermedad cardiovascular en la menopausia

La enfermedad cardiovascular representa una de las principales causas de mortalidad en mujeres postmenopáusicas. Posterior a la menopausia, se presentan múltiples factores que aumentan el riesgo real de enfermedad cardiovascular, dentro de los cuales se incluye el tabaquismo, la hipertensión arterial, las dislipidemias, la diabetes mellitus tipo dos, la edad de la menarca y de la menopausia, así como los síntomas vasomotores, además de factores de riesgo tradicionales del periodo de transición, tales como la disminución de la tolerancia a la glucosa y la disfunción endotelial.

Asimismo, se incluyen otros factores, como la disfunción ovárica primaria y la menopausia inducida quirúrgicamente, que suelen adelantar todos los procesos fisiológicos de una menopausia natural, resultando en un importante aumento del riesgo cardiovascular.

Varios estudios epidemiológicos han demostrado que las mujeres premenopáusicas están protegidas frente a las enfermedades cardiovasculares si las comparamos con los hombres de edad similar. Después de la menopausia el riesgo cardiovascular aumenta progresivamente.

El tratamiento de reposición hormonal en las mujeres postmenopáusicas reduce de modo acusado la morbilidad y la mortalidad cardiovascular. Los efectos ateroprotectores de los estrógenos se han atribuido al efecto hormonal sobre el espectro lipídico. No obstante, el análisis de regresión múltiple sugiere que sólo el 25 % de la reducción de los accidentes cardiovasculares es atribuible al efecto hipolipidemiante del tratamiento de reposición de estrógenos.

Disponemos de numerosos datos que indican que la acción de los estrógenos sobre los vasos sanguíneos contribuye a los efectos protectores sobre el sistema cardiovascular. Los estrógenos inducen un mecanismo de vasodilatación e inhiben la respuesta de los vasos sanguíneos al insulto y del desarrollo de las lesiones aterosclerósicas. Los estrógenos no sólo alteran las concentraciones de los lípidos séricos, sino que modulan el sistema fibrinolítico y antioxidante e induce la producción de otras moléculas vasoactivas, como el NO o las prostaglandinas.

Los efectos rápidos de los estrógenos sobre los vasos sanguíneos se producen por la activación de la sintetasa del óxido nítrico sin transcripción génica, mientras que los efectos a largo plazo implican cambios en la expresión génica.