Suelo pélvico
Debido a los embarazos, partos traumáticos o los cambios hormonales de la menopausia, un gran número de mujeres presentan alteraciones en los mecanismos de sostén del suelo pélvico en mayor o menor medida. Estas alteraciones se traducen en descenso de los órganos pélvicos, incontinencia urinaria o fecal o molestias a nivel pélvico.
El Dr. Francisco Carmona y su equipo de especialistas en Barcelona, trabajan en estrecha colaboración con la Dra. Montse Espuña (1), juntos forman un equipo de referencia en prevención, diagnóstico y tratamiento del prolapso de los órganos pélvicos, y de los distintos tipos de incontinencia urinaria.
Además del manejo conservador de esta patología, son referente en Cirugía por vía laparoscópica y vaginal con el desarrollo y perfeccionamiento de técnicas de reparación con mallas.
El suelo pélvico o periné es un conjunto de músculos que sostienen la parte inferior del abdomen y sirven de apoyo a la vejiga, al útero y al recto.
Es fundamental que está musculatura mantenga una buena función, ya que la debilidad del suelo pélvico es causa de incontinencia urinaria de esfuerzo, cistocele (la vejiga se desplaza hacia abajo), rectocele (el recto desciende), descenso del útero, disfunciones sexuales (dolor al mantener relaciones sexuales, disminución de la sensibilidad y dificultad para llegar al orgasmo).
La lesión o la debilidad de la musculatura perineal puede estar ocasionada por persas causas:
Para tratar la disfunción del suelo pélvico es importante, por un lado, modificar los hábitos de vida y, por otro, realizar ejercicios que tonifiquen esos músculos.
Hábitos de vida
Ejercicios musculares de suelo pélvico
Los músculos del suelo pélvico se debilitan si no los ejercitamos.
Para realizar esos ejercicios, es importante encontrar lugares sin ruido y en los que se pueda preservar la intimidad y favorecer la concentración.
Encuentra los músculos correctos
Prueba una de las siguientes formas para encontrar los músculos
No aprietes otros músculos al mismo tiempo.
Ten cuidado de no tensar el estómago, las piernas u otros músculos. Apretar los músculos equivocados puede añadir presión a los músculos que controlan la vejiga.
Aprieta sólo el músculo de la pelvis. No aguantes la respiración.
Pueden realizarse 15 repeticiones cada vez, tres veces al día:
Antes de comenzar:
Recuerda….
Para cada ejercicio:
Rehabilitación
Existen dispositivos para el fortalecimiento del suelo pélvico que puedes combinarlos con los ejercicios de Kegel. Busca “Rutina de Kegel Lasellelle”.
Pregunta a tu ginecóloga sobre los centros de referencia en los que puedes realizar tu recuperación.
1. Prolapso o descenso del útero, vejiga y recto
¿Qué es?
El prolapso genital es el descenso de uno o más órganos pélvicos. Según los órganos descendidos hablamos de:
Su prevalencia es difícil de determinar ya que muchas mujeres no consulta o consultan tardíamente. En un estudio realizado en población estadounidense, el 41% de las mujeres de entre 50 y 79 años presentaban algún grado de prolapso genital.
¿Por qué se produce?
El prolapso genital se debe a la rotura o debilidad de los tejidos de sostén del suelo pélvico; algunos de los factores de riesgo más comunes son:
¿Qué síntomas produce?
La sintomatología dependerá de los órganos prolapsados y de su grado de prolapso.
¿Cómo se trata?
Pesario: se trata de un dispositivo con forma de rosquilla que se coloca en el interior de la vagina para mantener al útero en su lugar. Hay de diferentes formas y tamaños para adaptarse a cada paciente. Habitualmente se utiliza como tratamiento temporal a la espera de la cirugía.
El prolapso vaginal posterior ocurre cuando se debilita la pared delgada de tejido que separa el recto de la vagina, provocando que la pared vaginal sobresalga. El prolapso vaginal posterior también se conoce como rectocele.
El parto y otros procesos que ejercen presión sobre los tejidos pélvicos pueden provocar un prolapso vaginal posterior. Es posible que un prolapso leve no cause signos ni síntomas.
Si el prolapso vaginal posterior es grande, puede crear una protuberancia notable de tejido a través de la abertura vaginal. Si bien este bulto puede ser incómodo, es raro que sea doloroso.
Si es necesario, hay medidas de cuidado personal y otras opciones no quirúrgicas que suelen ser eficaces. El prolapso vaginal posterior grave puede requerir cirugía.
Síntomas
Un prolapso vaginal posterior (rectocele) leve puede no causar signos ni síntomas.
De lo contrario, es posible que notes lo siguiente:
Muchas mujeres con prolapso vaginal posterior también presentan prolapso de otros órganos pélvicos, como la vejiga, el útero o la parte superior de la vagina en el caso de las mujeres que pasaron por una cirugía para extirparles el útero (histerectomía).
Cuándo debes consultar a un médico
El prolapso vaginal posterior es frecuente, incluso en mujeres que no tuvieron hijos. De hecho, es posible que ni siquiera sepas que tienes prolapso vaginal posterior.
Sin embargo, en los casos moderados o graves, el prolapso vaginal posterior puede resultar molesto o incómodo. Consulta con el médico en los siguientes casos:
Causas
El prolapso vaginal posterior se produce por la presión en el suelo pélvico. Entre las causas del aumento de presión en el suelo pélvico se incluyen las siguientes:
Embarazo y parto
Los músculos, los ligamentos y el tejido conectivo que sostienen la vagina se estiran y debilitan durante el embarazo, el trabajo de parto y el parto. Cuantos más embarazos tengas, mayor será la probabilidad de desarrollar prolapso vaginal posterior.
Las mujeres que solo han tenido partos por cesárea tienen menos probabilidades de desarrollar prolapso vaginal posterior, pero igualmente pueden hacerlo.
Factores de riesgo
Los factores que pueden aumentar el riesgo de tener prolapso vaginal posterior comprenden:
Prevención
Para reducir el riesgo de empeoramiento del prolapso vaginal posterior, prueba lo siguiente:
2. Incontinencia urinaria.
El 30% de las mujeres con incontinencia de orina toma antidepresivos. Cerca del 24% de las mujeres sufrirá este trastorno en algún momento de su vida. El escape involuntario de orina supone para la paciente un importante problema social e higiénico. La cirugía con mallas libres de tensión está obteniendo unos resultados de curación en el 80% de los casos.
La incontinencia de orina es mucho más que un problema de salud que afecta cerca del 30% de la población femenina entre los 50 y 75 años. Y es que este trastorno tiene un elevado impacto sobre la calidad de vida de la paciente. Además de un problema higiénico, el escape involuntario de orina en la mujer supone un serio condicionante para sus relaciones laborales, sociales y afectivas. Es tal, que se calcula que en torno al 30% de las mujeres que acuden a la consulta por este tipo de problema toma antidepresivos.
“Sin embargo, en la actualidad disponemos de un amplio abanico de tratamientos y técnicas quirúrgicas que, en un porcentaje elevado de pacientes, mejora notablemente su calidad de vida”, explica el doctor Luis Prieto, coordinador nacional del Grupo de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica de la Asociación Española de Urología (AEU), que estos días ha celebrado su XVII Reunión Nacional de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica en Lanzarote. Al encuentro, en el que han colaborado los servicios de Urología del Hospital Universitario Doctor Negrín y del Hospital de Lanzarote, han acudido más de 200 expertos de toda España para debatir y analizar los últimos avances en la detección y manejo de las enfermedades del tracto urinario.
El pudor y la inseguridad son rasgos muy comunes en estas pacientes. Se estima que la mitad de las españolas con incontinencia no acuden al médico, un hecho por el que los expertos califican la patología como “enfermedad silenciosa”. Para el doctor Prieto, “esta actitud adquiere un cariz preocupante, dado que el 24% de las mujeres sufrirá este problema en algún momento de su vida”. Dependiendo de cómo se produzcan las pérdidas de orina existen dos tipos de incontinencia: la incontinencia de esfuerzo y la de urgencia. La primera ocurre cuando se realiza algún tipo de esfuerzo, como hacer ejercicio físico intenso, toser o levantar peso; mientras que la de urgencia se produce cuando existe un fuerte deseo de orinar y no se puede controlar.
Problema multifactorial
El doctor Prieto aclara que la incontinencia urinaria no es una enfermedad en sí misma, sino un problema que responde a varios factores. “Las causas que están detrás de un escape involuntario de orina varían mucho dependiendo de la edad”, explica. En la mujer joven, el embarazo y el parto constituyen la principal causa del debilitamiento del suelo pélvico.
Ya en la edad madura (entre los 45-60 años), la más frecuente es la incontinencia de esfuerzo. En estos casos, la mujer presenta una uretra incompetente asociada siempre a un suelo pélvico que ha perdido el tono que tenía en la juventud. Esto está directamente asociado a su vez con el descenso hormonal que se sufre en la menopausia. En las mayores de 65 años, la causa dominante sería la hiperactividad vesical, que sucede cuando los mecanismos inhibitorios del reflejo miccional están alterados y se produce un fallo en el control voluntario de la micción. El afectado siente las ganas de orinar, pero no puede controlarlo.
Prevención y tratamiento
Los casos de incontinencia urinaria de esfuerzo se pueden mejorar a través de una serie de ejercicios del suelo pélvico. “En el caso de las embarazadas”, comenta el doctor Prieto, “la rehabilitación del suelo pélvico debe realizarse en el último trimestre de gestación”.
Sin embargo, como bien indica este experto, “conviene tener presente que estos ejercicios cuando no se realizan correctamente pueden ser contraproducentes, por lo que siempre se deben hacer bajo la supervisión del fisioterapeuta”. En cuanto a su tratamiento quirúrgico, hoy en día la colocación de bandas libres de tensión en mujeres con incontinencia de esfuerzo ofrece unos resultados satisfactorios en el 80% de los casos. En apenas 2 días tras la intervención, el paciente puede volver a su vida normal.